miércoles, 23 de marzo de 2011

Bobby Fisher

Hoy miércoles nos toca sección "miscelánea" y nos acercamos a un deporte de poca exigencia física, es más, seguro que para muchos ni siquiera puede considerarse un deporte, nos acercamos al mundo del ajedrez a conocer la historia de Bobby Fisher.


Robert James Fischer, más conocido como Bobby Fischer nació en Chicago, Estados Unidos en 1943.

Hasta los trece años no comenzó a despuntar como un jugador de capacidad superior; antes de esa edad, al menos a simple vista, no se apreciaban en sus resultados y su juego signos de genialidad.

Fischer aprendió a jugar ajedrez por sí mismo, a partir de las instrucciones que venían en un estuche con diversos juegos que le regaló su hermana. En enero de 1951, gracias a un anuncio en el periódico, Fischer participó en una sesión de simultáneas con el maestro Max Pavey; esa fue su primera aparición pública como ajedrecista, y aunque perdió, le sirvió de estimulo para seguir estudiando. El presidente del Brooklyn Chess Club (Fisher vivía en Nueva York por aquel entonces) Carmine Nigro, fue su mentor de ajedrez, quien le enseñó los fundamentos de la estrategia y lo introdujo en el mundo del ajedrez de competición.



En 1955 ingresó al Manhattan Chess Club y participó por primera vez en el Campeonato Junior de Estados Unidos, finalizando en décimo lugar. Un año después, en Filadelfia, conquistaría el título juvenil. Poco después de esta victoria, Fischer abandonó la Erasmus Hall High School para dedicarse por completo al ajedrez. Sus profesores lo recordaban como un muchacho difícil, aunque su coeficiente intelectual, el mismo de Albert Einstein según las pruebas, rebasaba los 180 puntos.

En 1956, John W. Collins, que había sido tutor de otros jugadores sobresalientes, como Robert Byrne y William Lombardy, le aceptó como alumno. En algunas ocasiones se ha descrito a Collins como una figura paterna para Fischer.

La carrera de Fisher coincidió con el gran desarrollo de la escuela soviética que, subvencionada gubernamentalmente como propaganda política, dominó el ajedrez de 1948 a 1972.

¿Alguno de vosotros sabía que existen unas Olimpiadas únicamente de ajedrez? yo tampoco, pero Bobby Fisher es evidente que sí, participó con el equipo norteamericano en 4 ocasiones, logrando 2 medallas de plata y 1 de bronce, esta competición se disputa solo en la modalidad por equipos.

El campeonato del mundo, aun con su enorme talento y dedicación al juego, habría de esperar algunos años. En 1959, en su primera participación, terminó en un discreto 6º lugar.

Fischer se retiró temporalmente del ajedrez profesional algunos meses entre 1964 y 1965, dedicado a dar exhibiciones, y no participó en el ciclo de candidatos que culminó con la partida entre Tigran Petrosián y Borís Spaski en 1966. En 1967, no obstante, se presentaría al Interzonal de Sousse en una nueva acometida por el título mundial. Después de 10 rondas, Fischer encabezaba la clasificación con un récord impresionante de 7 victorias y 3 empates, cuando decidió abandonar el torneo, aduciendo un calendario cargado. La crítica de Fischer parecía injusta pues el torneo se había estructurado, entre otras cosas, para respetar los días de descanso que sus creencías religiosas le imponían. De ese certamen es memorable su partida frente a Reshevsky, pues Fischer apareció en la sala de juego pocos minutos antes de que se le diese el encuentro perdido por incomparecencia, y con la mitad del tiempo asignado en su reloj derrotó con relativa facilidad a su contrincante.

Bobby Fischer ganó todos los torneos en los que participó desde el mes de diciembre de 1962 hasta el Campeonato del Mundo de 1972, con sólo dos excepciones: el Torneo Memorial Capablanca de 1965, que jugó por teletipo desde Nueva York, en el que quedó empatado en segundo lugar con Borislav Ivkov y Efim Geller, medio punto por detrás del ganador Smyslov; y la Copa Piatigorsky de 1966, en la que ocupó el segundo lugar, un punto y medio detrás de Spaski. En toda su carrera jamás perdió un enfrentamiento individual o "match", como se le conoce en la jerga ajedrecística.

Una de las características que distinguían a Fischer del resto de sus adversarios era la velocidad de su juego. En muy contadas ocasiones se veía en apuros de tiempo, pues casi siempre jugaba de manera sistemática y veloz. No es de extrañar entonces que se convirtiera en uno de los mejores jugadores de ajedrez relámpago o "blitz". En 1970 se disputó en Herceg Novi el torneo de partidas rápidas más importante, hasta ese momento, de la historia. Fischer triunfó al lograr 19 de los 22 puntos posibles.

El estilo de Fisher no era fácil de definir, pero, según sus propios rivales, se basaba en una combinación de energía y ambición de victoria, precisión táctica, preparación teórica, firmeza estratégica y confianza en sí mismo.

Al igual que sucedió con Lasker, décadas antes, muchos de sus contrincantes y algunos de los analistas de su momento achacaron las victorias de Fischer a misteriosas capacidades hipnóticas, o a la práctica de un juego “psicológico”.

Los textos de Kasparov afirman que, durante varias partidas del campeonato mundial y de las eliminatorias previas, los movimientos de Fischer en el tablero fueron idénticos a los analizados hoy en día por programas informáticos especializados. Es decir, Fischer era capaz de jugar, con las presiones emocionales y de tiempo propias de una competición humana, como una máquina carente de emociones y con tiempo ilimitado para analizar los movimientos adecuado.
 
En 1972 por fin obtuvo el acceso a la lucha por el campeonato del mundo.
El encuentro por el campeonato del mundo de 1972 fue singular por diversas razones, aunque algunas de ellas nada tenían que ver con el ajedrez. Reikiavik fue el enfrentamiento de dos mitos de invencibilidad. El primero era el propio Fischer, que nunca había ocultado su fobia deportiva hacia los grandes maestros soviéticos. Sus excentricidades, exigencias y reacciones eventualmente infantiles, para bien o para mal lograron interesar al gran público, ajeno a las incidencias del ajedrez profesional. Lo excepcional del norteamericano, sin embargo, eran sus resultados.

No obstante, Bobby se enfrentaba a un rival temible, otro auténtico mito de invulnerabilidad. Ese rival no era exactamente Spasski, un espléndido jugador al que Fischer no había podido vencer antes de la partida, sino la poderosa estructura de ajedrez de la Unión Soviética, dirigida por el Comité de Educación Física y Deportes, que había producido a todos los campeones y subcampeones mundiales desde 1948, y había ganado cada una las Olimpíadas que se habían efectuado desde entonces. Ningún campeonato del mundo desde 1951 se había disputado fuera de Moscú.

El ajedrez, en definitiva, era una cosa muy seria en la Unión Soviética, con importantes implicaciones políticas, pues sus frecuentes triunfos eran considerados una prueba de la superioridad del régimen; no podían permitirse, en consecuencia, perder el título a manos de un aspirante de Estados Unidos.

Botvinnik puso a disposición del equipo de Spasski un análisis exhaustivo de las partidas de Fischer; en el que Igor Bondarevsky abordaría la parte técnica; Efim Geller el repertorio de aperturas; Nicolay Krogius la asistencia psicológica; e Ivo Ney se encargaría de la puesta a punto física del campeón, vamos, que el evento se convirtió en un "todos contra Fischer".

El match no podía ser, por sus circunstancias particulares, un mero evento deportivo. Se enfrentaban dos maneras muy distintas de entender al mundo que aspiraban a la supremacía. Por unos meses la Guerra Fría se trasladó a un tablero de ajedrez. Fischer perdió las dos primeras partidas, la segunda por no presentarse. Parecía que Spaski retendría el título para el ajedrez soviético; pero Bobby venció en la tercera. La cuarta partida fue tablas y desde la quinta, se impuso rotundamente el gran maestro estadounidense. Después de un tenso desarrollo, Fischer venció a su rival tras 21 partidas y se coronó campeón mundial el 31 de agosto de 1972 con un total de 7 partidas ganadas, 3 perdidas y 11 tablas. Ha sido el único estadounidense en toda la historia en conquistar este título.

Desafortunadamente, este momento culminante también marcó el fin de su carrera. Desde entonces, no volvió a jugar ninguna partida oficial durante su reinado y, cuando en 1975 tuvo que defender el título frente al aspirante Anatoli Kárpov, planteó exigencias inaceptables, la federación de ajedrez lo despojó del título por incomparecencia y proclamó campeón a Kárpov.

Desde entonces y hasta 1992, no volvió a jugar en público y llevó una vida retirada y excéntrica.

En 1988 Bobby diseña un reloj de ajedrez que ha pasado a la historia. Hoy en día, la Federación Internacional de Ajedrez lo acepta como opción en torneos internacionales: el “Reloj Digital de Ajedrez Fisher”.

En 1992 vuelve a jugar al ajedrez en competición internacional. Contra Spassky, el rival que había derrotado en Islandia años atrás. Esta vez se iban a enfrentar en la isla Yugoslava de Sveti Stefan, gracias a la aportación de 5 millones de $ que puso sobre la mesa el banquero yugoslavo Jezdimmir Vasilievic.

El gobierno norteamericano advierte a Fisher que no juegue debido al bloqueo internacional que pesa sobre Yugoslavia a propósito de la guerra civil en que estaba sumida. Curiosidades de la vida, que posteriormente se demostró que las empresas norteamericanas de fabricación de armamento eran las principales proveedoras de armas, tanto al ejército servio como al croata.

Gana el torneo en Yugoslavia ante Spassky, derrotándolo y recibiendo así casi 4 millones de dólares. Su participación en este torneo podía acarrearle hasta diez años de cárcel por lo que jamás regresó a los Estados Unidos.

Posteriormente el gobierno de Islandia, en un gesto humanitario y honrado, concedió por amplia mayoría parlamentaria (ningún voto en contra) la nacionalidad a Bobby Fisher, a pesar de las protestas del gobierno de Estados Unidos.

Falleció en enero de 2008 a los 64 años, (tantos años como casillas tiene el tablero de ajedrez) en Reikjavik (Islandia) a causa de una enfermedad renal.

El 17 de junio del 2010, la Corte Suprema de Islandia determinó que el cuerpo de Fischer debía de ser exhumado y analizado para determinar si era el padre de Jinky Young, cuya madre aseguraba haber tenido una relación con el campeón. Finalmente el 5 de julio del 2010 las autoridades islandesas exhumaron el cuerpo del campeón de ajedrez, su cuerpo fue extraído de un cementerio cercano a la localidad de Selfoss, al sur de Islandia, en presencia de un médico, un párroco y diversos oficiales. Finalmente, el 17 de agosto de 2010, se informó de que la prueba de ADN había revelado que Jinky Young no era la hija de Bobby Fischer.

Esta es la historia de un genio del ajedrez, un hombre con gran personalidad al que nunca le importó el "qué diran", un rebelde que hizo siempre las cosas a su manera, capaz de ser amado por su país, de convertirse en el símbolo de la victoria sobre el eje soviético y posteriormente transformarse en un enemigo, totalmente repudiado por sus compatriotas, viéndose obligado a pedir una nueva nacionalidad.

¿Se os ocurre algún otro ejemplo de deportista venerado en su momento que con el paso del tiempo haya sentido el odio de su propio país? Participad con vuestras ideas en los comentarios.

Como siempre digo, espero os haya gustado y se agradecen (y mucho) los comentarios, un saludo a todos. Mañana jueves toca sección "míticos del fútbol".

5 comentarios:

  1. que grande fischer!
    si se me ocurre un ejemplo de heroe primero repudiado despues: johan Muehleg, también conocido como juanito muele

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  2. Cierto, además este pasó del estrellato al "estrellamiento" en menos de 1 semana, tremendo! creo que se está ganando un artículo en la sección de los miércoles. Muy bueno tu comentario, más ideas?

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  3. Interesantísimo artículo, anunque tuviese fobia a las excentricidades de sus contrincates soviéticos...él no andaba muy desencaminado, por cierto me ha encantado el apunte que haces de la edad con que falleció y el tablero de ajedrez, sin duda iban unidos en la vida.
    Muchas gracias.

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  4. Apasionante historia la de éste personaje,a los genios hay que perdonarles sus excentricidades. Ojalá solo existieran las batallas sobre un tablero. Gracias por compartir.

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  5. Arsene Iglesias Wenger23 de abril de 2011, 23:33

    Me encanta el ajedrez, pero nunca lo consideré un deporte la verdad.

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